Saturday, July 10, 2004

Árboles

Entre los árboles, la loca caminaba sola. Las sombras vestían su cuerpo desnudo y le daban movimiento a sus pasos estáticos. perseguía una luciérnaga, con la paz de su huída, de luz solemne, solazándose con la pulcritud del aire. Siempre creyó que las luciérnagas eran los vehículos de su alma y que podían conducirla por los caminos menor imaginados, los de las ilusiones perdidas.
Sus manos no querían tocarla. Sólo la observación directa con sus ojos de hada le permitiría ver la esencia de la luz de la pureza de un alma completa, mientras las alas del silencio la envolvieran.
Corrió a la luciérnaga para que no se escapara. Se iba perdiendo enter los árboles oscuros, y fue tan sólo un segundo cuando dejó su cuerpo para volverse aire y envolverla sin que se diera cuenta.
Extrañamente, al convertirse, su luz fue más fuerte que la de la pequeña luciérnaga, y no supo si parecían casi simbiontes de un amor de arcoiris incendiado de fuego de su pasión condenada a los hilos de sus inocencias atadas. La luz se convirtió en fuego y el fuego quemó, el fuego se esparció dejando sólo unas pocas cenizas de su pasado.
Lo extraño del caso es que la loca siguió su camino, quemando más y más, sin dar vueltas por su vientre. El bosque la atrapaba, entre hojas de otoño, vientos de invierno y aromas de primavera.
Sumida en un sueño, por el fuego, se adentró más en el bosque de su mente, sin temer por el regreso. Era la inmensidfad de las llamas la que eflejaba su placer demoníaco de producir humo y consumir los últimos vestigios del hilo a la realidad.
El hilo, cada vez más fino, más débil y quebradizo, sus ojos de furia encendida, el trance de las llamas y la llamada imperiosa del mundo de las almas.
Su dolor se desperdiciaba entre ese y el otro mundo: eran sólo llamas, sólo paredes de laberintos, de furia contenida por felicidad de tránsito, de estático paralelo entre pasadizos, mientras definitivamente, seguía esperando a su luciérnaga.
Ya no quedó rastro alguno del puente, del hilo. Ahora buscará su luciérnaga donde sólo sus sueños pueden dibujarla del color que quieren.









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